domingo, 5 de abril de 2009

La Coordinadora de Músicos Ecuatorianos

Constituida por varios músicos independientes quienes indignados por el atropello cometido contra los estudiantes y profesores del Conservatorio el 24/03/09, hemos decidido alzar nuestra voz de protesta y unirnos para demandar respeto de parte de los organismos estatales hacia la música y sus actores. Aquí hemos confluido compositores, investigadores, instrumentistas, maestros y gestores culturales, vinculados a instituciones que son referentes del quehacer artístico del país tanto en lo académico como en lo popular, como la Orquesta Sinfónica Nacional, Banda Sinfónica Metropolitana, Asociación Ecuatoriana de Canto Coral, Bandas Parroquiales, Corporación Musicológica Ecuatoriana Conmúsica, Coordinadora del Festival de Coros, etc. a más del propio Conservatorio y músicos de libre ejercicio profesional.

Anhelos personales similares por crear espacios para el desarrollo de las manifestaciones musicales en diversas áreas nos han enfrentado, a lo largo de la última década, a una misma facción decadente que instalada en la administración pública, impide sistemáticamente el surgimiento de cualquier propuesta que no esté bajo su control y sirva a su proyecto sectario y acaparador donde sus cabecillas, como sucede normalmente en estos casos, tienen la habilidad camaleónica para incrustarse en los gobiernos de turno y conseguir su amparo, empleando entonces toda la maquinaria estatal para perseguir a quienes no se someten a sus designios. De una u otra manera, todos quienes conformamos este frente hemos sido víctimas de dicha persecución, por lo tanto conocemos perfectamente a quienes están detrás de estas maniobras pero, a pesar de ellos hemos logrado abrir individualmente nuevos senderos por donde transiten las generaciones venideras de músicos ecuatorianos, quienes merecen mejores oportunidades profesionales que las que nosotros tuvimos, lo cual nos otorga autoridad suficiente para expresar nuestros puntos de vista.

No nos oponemos a la reestructuración del Conservatorio, nosotros individualmente la hemos reclamado hace tiempo atrás, pero exigimos que ésta sea PACÍFICA y DEMOCRÁTICA, respondiendo además al interés general del país y no de un grupúsculo de gente que ya ha demostrado su incapacidad administrativa, que no ofrece garantías de transparencia y ecuanimidad y que reproduce a gran escala el pensamiento colonizador que nos agobia. No es aceptable tampoco que un puñado de administrativos del Conservatorio -por definición: personal de apoyo a la actividad pedagógica- que durante años ha priorizado sus intereses personales sobre los institucionales, llegando incluso hasta el maltrato a profesores, estudiantes y padres de familia, ahora pretendan prolongar su situación de privilegio protegidos como siempre por altos funcionarios del Ministerio de Educación quienes en esta oportunidad llegaron a oficializar el violento atropello. Ellos deberían ser los primeros en sentir la reestructura.

El problema del Conservatorio que aparentemente puede verse como una simple lucha de poderes por captar los cargos directivos, trae consigo un efecto devastador en el comportamiento futuro de los actuales alumnos y profesores, quienes están recibiendo a través de la intimidación y la violencia, el mensaje de sometimiento y claudicación que caracterizan a nuestra cultura desde épocas coloniales. Siendo una institución que pretende formar artistas, por tanto, personas críticas de su realidad, acciones de esta naturaleza impiden o por lo menos reducen significativamente la posibilidad de generar un pensamiento libre y consecuentemente, una obra estética revolucionaria. En pocas palabras, se condena a los nacientes músicos a un futuro de condicionamiento intelectual (dependencia) y mediocridad, las mismas características que ostentan quienes están detrás de este proceso.

Nos solidarizamos y respaldamos la lucha que están librando los jóvenes estudiantes del Conservatorio por defender su dignidad -no a determinada persona- y hacemos un llamado a todos los músicos del país y al pueblo ecuatoriano en general a participar de este debate y pronunciarse abiertamente sobre lo que está sucediendo.

8 comentarios:

  1. muy bien, sigan adelante

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  2. Lo que esta gente quiere es acabar con nosotros. Los musicos tenemos dignidad no somos cualquier cosa. Esta gente se enriquece con nuestro arte y talento. Cuando la avaricia invade el corazon de un musico lo convierte en un perfecto ignorante. ¡Que verguenza¡ Ese tipo de gente sinverguenza no merece compartir el mismo aire que respiramos y peor aun estar en nuestra casa que es el Conservatorio.

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  3. Me es muy grato ver a los musicos del pais unidos para reclamar sus derechos.
    La musica es la esencia de lo humano y los musicos celebran las cualidades mas elevadas del alma.
    Cabe tambien destacar que la musica es un vehiculo de expresion no violento y universal.
    Por todo esto levanto my voz en protesta a la presencia de Narvaez y Barros en el Conservatorio quienes irrumpieron de manera violenta y con policias en una institucion que se encontraba en paz.
    Ademas que cabe recalcar la presencia permanente de guardaespaldas que patrullan constantemente la institucion cohibiendo los derechos de libertad de expresion y de asiciacion libre.
    Rechazo firmememente la injerencia de Julio Bueno en el concervatorio quien es parte de la comicion designada a dedo por el ministerio de Educacion.
    Invito a los musicos del ecuador a hacer respetar sus derechos, a no aceptar mas abusos por parte de estos personajes que lo unico que hacen es dano al pais.
    Basta!
    Nos merecemos un mejor trato!
    Nos merecemos respeto!
    Pa Lante con todo
    Nestor Zurita

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  4. La cultura como reflejo de lo político


    Por Gerardo Chávez*

    En estos meses electorales nos hemos acostumbrado a escuchar a través de los medios de comunicación, expresiones como partidocracia, caciquismo, organizaciones políticas familiares, etc. que hacen referencia a la forma en que está estructurado el accionar político de nuestro país. Si bien estas expresiones son nuevas en los medios, los análisis y las definiciones a las cuales responden tienen por lo menos medio siglo desde su gestación. Así mismo, conceptos derivados de estas apreciaciones, como la exclusión de los grandes sectores sociales en la vida política, la desigual distribución de la riqueza, la dependencia, etc. ya han sido aceptados como componentes de la realidad latinoamericana inclusive por voceros de los organismos internacionales, expresados públicamente en programas televisivos tan representativos de los intereses transnacionales como el de Oppenheimer, transmitido desde EU.
    Para quienes en algún momento tuvimos contacto con la vanguardia del movimiento intelectual de los países de América Latina sin embargo, estas teorías ya no portan ninguna novedad, pero sí llama la atención la forma cómo ahora se reflejan en el campo de la cultura y las artes.
    En tiempos en que el trabajo artístico estaba asociado con la búsqueda del bienestar de las mayorías, se podían observar entre los artistas dos posiciones bien diferenciadas: por un lado estaban los izquierdistas, tendencia mayoritaria que cobijaba a los representantes más reconocidos de cada actividad, quienes militaban o simpatizaban al menos con los movimientos políticos comunistas; y por otro, estaban los artistas oficiales –típicamente más oficiales que artistas- quienes tenían una posición acomodada dentro del sistema y generalmente eran escogidos para dirigir los organismos estatales de educación y cultura.
    Después de la caída del Muro de Berlín y la consiguiente desmovilización de las organizaciones dependientes del socialismo internacional, la situación cambió radicalmente. Muchos de los artistas que antes aparecían como comprometidos con las luchas populares, ahora son quienes tienen a cargo la política cultural oficial, a través de las instituciones públicas como Ministerios, Casa de la Cultura, Municipios, Consejos Provinciales, etc. y organismos internacionales como el Iadap, Unesco, OEA. Para ello han debido modificar su discurso y dejar a un lado el marxismo con su materialismo histórico, para abrigar teorías más actuales como la dianética, cabalística, percepciones extrasensoriales, regresiones, ritos ancestrales indígenas, tarot, visitas extraterrestres, etc., incluyendo una reactualización de la masonería, aunque ahora ésta se parezca más al club Diners que a un grupo de interpretación filosófica.
    A través de su participación en estas sectas, han convertido a las instituciones en lo que alguien denominó como feudos, es decir, lugares donde el director tiene el control absoluto y lo maneja como si fuera de su propiedad, rodeándose exclusivamente con subordinados que son incondicionales a su accionar –amigos, paisanos, hermanos en la fe, y familiares directos- y utilizando todos los recursos disponibles para satisfacer los requerimientos de esta periferia. Por supuesto que en este esquema no se permite ningún elemento crítico e inclusive se condiciona cualquier opinión de los medios masivos mediante el chantaje de contratos por anuncios publicitarios.
    Un ejemplo palpable es el que se observa en el Teatro Sucre: el Director Ejecutivo –apodado Dios por sus críticos, debido a que es todopoderoso- no se cansa de repetir las programaciones donde reinciden los mismos personajes: composiciones de Diego Luzuriaga y conciertos de Pueblo Nuevo, Margarita Lasso, Quimera, cambiando solamente la manera de presentarlos: con orquesta sinfónica, con instrumentos andinos, solos, combinados, unpluged, etc. Situación parecida acontece en la CCE, Consejo Provincial de Pichincha -donde todavía se vive el reinado de Edgar Palacios y descendencia- o el Conservatorio Nacional de Música con la dinastía Carrera.
    Si extendemos esta percepción desde lo musical a lo político, encontraremos el espejo donde se ha reflejado tan lamentable realidad: los casos más notorios son los de la ID y el PSC, tiendas donde la voluntad de Borja y Febres Cordero, respectivamente, no permiten el florecimiento de nuevos cuadros a menos que se dobleguen a la línea que imponen estos jeques. Algo similar pero con características familiares es lo que se observa en los partidos Roldosista, propiedad de los Bucaram; Prian, empresa de Alvaro Noboa y flia; Sociedad Patriótica, de los Gutiérrez y sus milicias, etc. En realidad esto ya no constituye ningún descubrimiento pues se lo escucha todas las semanas en los programas de Carlos Vera y Alfredo Pinoargote (!).
    Sin embargo no habría ningún conflicto si se tratase de organizaciones privadas que manejan recursos provenientes de su actividad particular. Ciertamente nunca nos meteríamos a comentar la manera de conducir la Cámara de Comercio o el night club La Luna.
    El que concite nuestro interés es porque en todos los casos, incluyendo los partidos políticos, son instituciones supuestamente de beneficio público, que están financiadas con fondos de los ciudadanos para cumplir el objetivo de mejorar el nivel de vida de la población, pero no solamente de la que está alrededor del dueño, sino de aquella a la cual se despoja del dinero que consigue trabajando para entregárselo a estos aprovechados que lo usan en su beneficio personal.
    Como ya lo concluyeron los gringos en ese programa de Oppenheimer, los países latinoamericanos –entre los cuales todavía se ubica el Ecuador- no tendrán ninguna oportunidad de mejorar sus condiciones de vida –y hasta de controlar la voluntad popular- si no permiten la participación de los sectores mayoritarios de la población en la toma de decisiones sobre su propio destino, es decir, compartir verdaderamente la conducción del estado y no engañar al pueblo sometiéndolo a un proceso eleccionario manipulado cada dos años. Si los beneficiados históricamente con esta situación ya lo dicen en público, es hora de que los dirigentes locales también les hagan caso en esto y terminen esta modalidad anticuada de manejar nuestra sociedad. Así algún día podremos asistir al Teatro Sucre a disfrutar de un programita medio diferente.

    * Vocero de asuntos culturales del movimiento Parias 19-22

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  5. Sobre Manuela y Bolívar


    Por Samuel Jolms*

    Las réplicas a un comentario periodístico de un diario capitalino, publicadas en el boletín del Teatro Sucre, me han estimulado a escribir este artículo, porque considero que en esta discusión se dejan a un lado los aspectos más importantes de la crítica artística, precisamente los que permiten corregir errores y mejorar las obras.
    Alguién dirá enseguida: quién es este gringo que se pone a opinar sobre cultura ecuatoriana. A la vez yo pregunto, ¿quién custionaría el que un ecuatoriano opine sobre la presentación de sanjuanitos o pasillos en Alemania o Japón? Por si ellos no lo recuerdan, la ópera es un género que surge en Europa, la orquesta sinfónica que acompaña a los cantantes, también; la técnica del canto lírico, igual; lo mismo que el diseño y construcción de los escenarios; etc. por ello, los responsables de este montaje quiteño estuvieron muchos años en los países europeos aprendiendo a realizar estas tareas, en especial la dirección musical, composición, puesta en escena, etc. Entonces, yo me siento totalmente identificado con el tema que se discute. Por otro lado, cuando estoy en Quito pago los mismos impuestos que todos para sustentar estas actividades y también pagué una entrada completa para ver la obra. Creo que eso me da derecho a expresar un comentario, del que por otra parte, quien más se beneficia es justamente la cultura ecuatoriana, porque así tendrá una valoración más objetiva sobre lo que ofrece.
    Ya entrando en materia y hablando de este tipo de espectáculo, no todos los ecuatorianos tienen la oportunidad de mirar una ópera como se la representa ordinariamente en los grandes centros de la cultura universal, y a pesar de existir disponibles grabaciones en video, cualquier aficionado a la música aquí prefiere mirar Le Luthier´s que La flauta mágica o El anillo del nibelungo, lo cual no le hace una persona inferior o “inculta” sino simplemente lo ratifica como exponente de una sociedad diferente a la europea. Es por esta razón que aquí el público y la prensa se muestran maravillados, o por lo menos satisfechos con la representación de un evento de esta naturaleza, en las condiciones que se hicieren, porque lo encuentran novedoso y no tienen una mejor referencia con la cual relacionarla.
    Los que sí tenemos mayor cantidad de información al respecto, reparamos más en las limitaciones y también apreciamos en mejor medida los aportes.
    Precisamente voy a referirme a lo que pude ver en una de las funciones que ofreció el Teatro Sucre.
    Un exceso de confianza del compositor –o tal vez fue la falta de recursos económicos- define un punto fundamental donde empieza perdiendo solidez la ópera: el libreto. Cierto que Wagner escribía sus propios textos, pero lo hizo porque creció en el teatro y su primer lenguaje antes que la música fue la literatura. Por el contrario, Mozart, Verdi, Rossini, y tantos compositores más, obraron con más conciencia de sus habilidades y recurrieron donde especialistas que trabajaran la parte textual, para ellos desarrollar de mejor manera lo musical y el resultado les sigue dando la razón.
    El libreto de Manuela y Bolívar carece del oficio de quien conoce el lenguaje y lo pone a su servicio. No tiene poesía, a pesar de las rimas consonantes en algunas escenas. Tampoco aporta fantasía, pues aunque se base en hechos históricos, una obra puede transportar al espectador a vivir situaciones muy diferentes, como lo hace magistralmente Alejo Carpentier en sus novelas. La trama a momentos parece el capítulo de una telenovela venezolana –bueno, la ubicación geográfica coincide- sin llegar a profundizarse ningún aspecto. Hay segmentos que nunca debieron ponerse, como ese aislado humor negro de Bolívar enfermo que no corresponde con la caracterización de este personaje en el resto de la obra, o el triste papel asignado al Dr. Thorne que resulta del todo superficial y hasta perverso.
    Sobre la composición musical solo puedo manifestar la imagen que me dejó esta única audición, porque no acudí al teatro con la finalidad de criticar la producción y por tanto no tomé nota exacta de cada detalle. Por lo tanto diré que percibí una mezcla indiscriminada de estilos y técnicas donde coexisten lo tonal con lo atonal, lo tradicional con lo vanguardista; pasajes que podrían ser sacados de películas de Hollywood junto a segmentos de baladas pop. Tuve la impresión que el compositor pensó más en complacer al auditorio que en la música. Por lo demás, mucho mejor el segundo acto, más dinámico y ágil. Destacable el final, donde el coro asume un protagonismo abierto y se logra una sonoridad muy consistente con gran carga expresiva. La orquestación presenta momentos de especial riqueza tímbrica, mostrando buen nivel técnico en el manejo de este recurso.
    Pero es en la interpretación donde se evidencian los más grandes problemas, empezando por la orquesta, que no logra una afinación impecable, puesto que no por ser un lenguaje novedoso deben las notas ser inexactas. Aparte, se siente un desbalance entre las secciones, quedando las cuerdas en clara desventaja frente a las otras, lo que afecta la densidad y el color instrumental.
    Los solistas: siendo ellos los que llevan la mayor responsabilidad de la interpretación, también son quienes cargan con la mayor parte de la crítica. Impecable el personaje de Sucre cuando cantaba, no así cuando hablaba, pues acusó problemas de dicción. La potencia de su voz opacó al resto de solistas, mostrándose como el único cantante maduro para este tipo de montajes.
    El otro cantante cuya sonoridad estuvo de acuerdo a las circunstancias es Andrés Carrera, aunque su papel no permite el lucimiento completo de sus posibilidades, dejó apreciar que tiene potencialmente buenas condiciones.
    Lamentable que los dos protagonistas principales, Vanessa Lamar (Manuela) y Marlon Valverde (Bolívar) no tengan todavía las condiciones técnicas -la voluntad seguramente sí- para afrontar con éxito el reto planteado. No solo me refiero a la actuación, que es todavía precaria, sino sobre todo a la misma emisión de la voz, insuficiente en intensidad y a ratos inexpresiva en el canto, con mayores deficiencias en los diálogos y segmentos hablados. En buena hora que son todavía jóvenes y tienen mucho tiempo para aprender lo que hace falta.
    El coro no tuvo grandes exigencias pero pueden distinguirse dos momentos contrastantes: el final -que ya lo comentara- de buen efecto y presencia, y la primera intervención, de una sonoridad difusa e insegura. Salvo un par de integrantes que sobreactuaron sus papeles, en general el movimiento escénico estuvo acertado, cumpliendo lo asignado para el grupo.
    Respecto a la discusión sobre el contenido político y el arte oficial en la que se enfrascan los contendientes mencionados al inicio, solamente quisiera decir que efectivamente yo –que por mis continuos desplazamientos sigo muchas actividades solamente a través de la prensa- estaba convencido que Diego Luzuriaga era el compositor oficial del Municipio de Quito, por la frecuencia de su nombre en los actos artísticos más promocionados de esta institución, lo que convertiría a sus obras en símbolos y bandera del grupo político que maneja el cabildo. Por otra parte, no sé desde cuando al periodista Aguilar le molesta el contenido político de la producción que realiza la social democracia, pues hace unos años él fue uno de los más entusiastas promotores de los eventos municipales; tal vez ahora que se avecina un cambio en la orientación del estado, debe plegar a la línea ideológica del diario El Comercio -sus patronos laborales- usando también al arte para propagar su nada disimulado anti-bolivarianismo o mejor dicho, su antichavismo, aprovechando la temática de la obra.
    Volviendo a la ópera, me parece que el aplauso que el público generoso de Quito brindó a esta producción debería tomarse con un poco de humildad por parte de los empleados del Teatro Sucre, pues yo lo interpretaría como una palmadita en la espalda diciéndoles: buen intento, muchachos; sigan trabajando así y un día llegarán lejos.



    * Epistemólogo judío-español comisionado en América Latina desde hace 28 años.

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  6. LUNES 7 DE ABRIL DE 2008
    Crítica de las Manifestaciones Culturales
    Ser de Izquierda: la gallina de los huevos de oro
    Una cándida y entretenida historia de Galo Mora, actual Ministro de Cultura

    29/02/2008

    El señor Galo Mora Witt, de memorable recordación entre los círculos artísticos, ha sido nombrado Ministro de Cultura del gobierno, de clase media al servicio del capitalismo, de Rafael Correa. Se le presenta como militante de izquierda , revolucionario y músico integrante de la agrupación folclórica llamada Pueblo Nuevo y primo del también muy afamado ex presidente Jamil Mahuad Witt, el que nos metió en la colada de la dolarización. Por supuesto que sus credenciales afirman que fue miembro del Frente Amplio de Izquierda ( FADI ), una mescolanza política izquierdosa tan rara y bulliciosa como una olla de grillos que funcionó en la década del 80 del siglo anterior y que sirvió para detener toda posibilidad revolucionaria y cuya defensa del sistema capitalista- con el en ese entonces estalinista René Maugé a la cabeza- fue muy eficiente. Luego, cuando el FADI cumplió su tarea contra-revolucionaria,el señor Mora se fue tras de un señor apellidado Castillo, quien fundó un movimiento curiosamente llamado de Liberación Nacional, que también ha servido muy bien para desviar a la juventud y los pobres de la construcción de un verdadero partido revolucionario marxista basado en la clase obrera.

    Si el señor Mora no fungiera ser de izquierda y fuera, vaya el caso, un fundamentalista cristiano y hasta pastor de almas descarriadas, como el señor Julio Bueno, no habría para qué siquiera recordarle, pero es el caso que la gente confunde la izquierda con marxismo y al socialismo con participación ciudadana, chavismo o correismo del siglo XXI, y, en este caso, tiende a confundir a un intelectual que lucha contra el sistema capitalista, con un acomodaticio y trepador casi juglar que ha usado- y sigue usando- la izquierda como cuchara , la política y el canto como escalera socio-económica.

    Según cuenta él mismo señor Mora hace poco ha escrito como 1500 páginas de discursos cuando era ventrílocuo de Correa. Ahora seguramente, más afanoso que nunca, realizará las mismas o mejores acciones legendarias que en el pasado, hoy puesto el delantal de Ministro de Cultura del Acuerdo País y de la cacareada revolución ciudadana.

    Por enésima vez constatamos que la etiqueta de izquierda es la gallina de los huevos de oro en la sociedad ecuatoriana. Y esto desde los tiempos ya no tan lejanos del señor Manuel Benjamín Carrión, quien siendo Secretario del Partido Socialista, colgó los guantes y aceptó el nombramiento de embajador en México en la década del 40 del siglo XX, dejando a sus compañeros socialistas con los churos hechos. Ya Carrión descubrió que ser emprendedor cultural era más rentable que ser socialista.

    Ayer no más, para que la parábola del eterno retorno siga vigente, al corpulento actual Presidente de la Casa de la Cultura, Marco Antonio Rodríguez, le presentaban sin motivo como revolucionario del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) un fantasioso movimiento castro guevarista de la década del 80 uno de cuyos dirigentes fue el señor Gustavo Larrea, movimiento clandestino muy en boga en ese tiempo, aunque ya borrado en la memoria actual de este sufrido y poco menos que aplastado pueblo pobre condenado a la miseria, la emigración y al analfabetismo.

    Pero para descargo del señor Rodríguez, es justo decir que él detesta- puertas adentro- toda mención a esas veleidades resbalosas juveniles y considera un insulto que le asocien con cualquier clase de cambios revolucionarios, prefiere preocuparse de que haya un solo acceso para la Casa de la Cultura y reeditar con elegancia sus mamotretos literaturescos.

    Para que el panorama no quede trunco, vemos al señor Marcelo Larrea- que antes hacía todos los esfuerzos por ser marxista- de la única corriente real marxista que es el trotskismo del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, le vemos, digo, ahora maquillado de director del Consejo Nacional de Telecomunicaciones(CONARTEL) del régimen correista Luego de ser a la fuerza candidato a la presidencia de la república por uno de los tantos movimientos bolivarianos ; luego de andar mostrando rezagos de Quitos Milenarios y patas de conejo de estilo shamánico,y de armar un escándalo casi conyugal en la cima de La Libertad , su curso natural ha sido aceptar la dádiva ministerial del gobierno capitalista de Correa.

    El escándalo de los 2.900 millones de sucres, Pueblo Nuevo y el señor Mora
    Pero aparte estas asquerosas constataciones, cuya lista total sería kilométrica, nos corresponde recordar para la historia un escándalo fenomenal cuyo protagonista principal fue el señor Galo Mora Witt que en nuestro concepto fue de alguna manera equiparable en gravedad y vergüenza al regalo de cientos de miles de millones de sucres por parte del gobierno de Mahuad- a través de su ministra Armijos, a los banqueros: se trata de la famosa donación de 2.900 millones de sucres por parte del Ministro de Finanzas Marco Flores supuestamente a la Casa de la Cultura, pero que en los hechos sirvió para resbalar millones de sucres a las fundaciones del señor Mora y a sus entrañables amigos y compinches.

    “Era la época en la que la Casa ( de la Cultura) se debatía en tal penuria que ni siquiera había plata para cancelar las cuentas de luz y de teléfono”, relata el Diario Hoy del miércoles 19 de agosto de 1998, con palabras de una entrevistada. Mientras Mahuad se preparaba a cumplir la orden de la señora Ginatta y la burguesía de dolarizar el país, el negocio más fabuloso que hicieron los capitalistas de la época, su primo , el señor Galo Mora refinaba sus apetitos en el campo de la cultura…

    El método de Mora fue de exquisita simplicidad: como empleado de la Casa de la Cultura montó una serie de proyectos a nombre de conocidos intelectuales de todas las cataduras y especialidades: desde al anarquista Alejandro Moreano hasta el tzántzico Fernando Tinajero; desde el ex becario del fétido gobierno estalinista de Ceausescu, trompetista Edgar Palacios, hasta el pesimista poeta de San Gabriel , Iván Carvajal. También tomó en cuenta al reductor de cabezas llamado Ulises Estrella hasta al connotado novelista cañarejo Eliecer Cárdenas De hecho Mora hizo participar en esa fiesta de los proyectos culturales a mengano y zutano. Y con todos esos proyectos justificó la donación del Ministro de Finanzas Marco Flores entre canelas y media noche...

    Pero resulta que una gran mayoría de los involucrados ni siquiera habían sabido de los proyectos Y empezaron a decir cosas bastante feas… El escritor Alex Ron afirmaba que en la donación había una falta de claridad y notable oportunismo y que ninguna entidad se salva de la corrupción, lo que implicaba considerar corrupta a la Casa y, por supuesto a Galo Mora. Alfonso Espinosa declaró que ni siquiera conoce a Galo Mora y señalaba como referencia el caso Verduga,- el llamado patacón pisao- a quien se acusaba de haberse ido llevando algunos milloncejos… Milton Benítez, proyectista de proyectos culturales, acusaba a Mora de tener procedimientos absolutamente incorrectos. Osvaldo Mantilla- otro empleado de la Casa y en ese entonces dirigente de la asociación de empleados, pedía explicaciones y que ese dinero serviría mejor para sus compañeros que se comían los calcetines. Fernando Tinajero proclamaba, con dejo puritano estalinista, que no se justificaba la donación de los 2.900 millones y que Mora pretendía salpicarle de lodo y hacerlo callar definitivamente…

    Stalin Alvear, antes que me olvide, Presidente de la Casa de la Cultura en ese entonces, aceptaba sin vergüenza que la Casa sirvió de intermediaria para que los fondos se canalicen para sectores particulares y negaba- contra toda evidencia- que las fundaciones del señor Mora recibieran dinero de la donación de 2.900 millones de sucres. Pero el mismo señor Mora, hizo muchas piruetas para calmar los ánimos de los trabajadores de la cultura y del mismo Stalin Alvear, utilizados como Celestinas, y muy suelto de huesos declaraba que todo era legal y que estaba de acuerdo en que las entidades correspondientes realicen la inspección y fiscalización debidas. Un señor Dr. Carlos Paredes- en efecto-, agente fiscal 4º de lo Penal de Pichincha en 1998, declaraba que no había méritos procesales para nadie en tan cultural asunto y la cuestión ha quedado desde entonces enterrada como el cofre de un pirata o una hilacha de evidencias fantasmales…

    Ahora claro que de veras subsisten algunas cuestioncillas que no huelen nada bien y que al menos a Sherlock Holmes le harían cavilar un ovillo de muchas pistas: por ejemplo, es extraño para cualquiera que la señora Ana Paredes, hija del Dr. Carlos Paredes, el agente fiscal que sacó de toda culpa al involucrado, fuera a trabajar a la Asesoría Jurídica de la Casa de la Cultura, luego de la batahola. Esta es una cuestión detectivesca que debe quedar con puntos suspensivos…

    Pero lo más decisivo es la lista de las asignaciones especiales del Ministro Flores: Pueblo nuevo, 160 millones; Fundación Mora Reyes: 200 millones; compra de guitarra para Alberto Guerrero: 6 millones; a Ricardo Sempértegui, un juego de percusión, 6 millones en total 372 millones para el mismo grupo y fundación del señor Galo Mora. Resulta que el señor Mora, siendo empleado de la Casa se hace dar esta cantidad en beneficio de su grupo. No sé cómo se llama este delito en cualquier legislación del mundo, pero que es delito es delito. Y no importa cuán legal sea. A la Fundación de Edgar Palacios le regalan 80 millones; a la sinfónica juvenil, que dependen del mismo susodicho Edgar Palacios, 40 millones. Al señor Antonio Preciado- que fue hasta ayer el Ministro de Cultura- y al señor Tomás García, para música afro, les otorgan 60 millones. Al señor Ulises Estrella, Marco Placencia (pana de Palacios y de los Mora) y Viviana Cordero, para una película, 44 millones quinientos mil… Los nombres de donaciones y de personajes de la farándula son un poco largos, pero lo que si constamos es que los mismos de siempre-, familias enteras, incluido el defenestrado Ministro de la Cultura Antonio Preciado- aparecen como los agraciados de tan generosa actitud de Mora. Y ahora en esta hora Mora reemplaza a Preciado, como si se hubiesen conversado para turnarse en el puesto…

    Y ningún intelectual hizo un seguimiento de esta desvergüenza y el alboroto se apaciguó desde el manso Guayas hasta el lojano Villonaco. Lo cierto es que mientras nosotros, trabajadores, pueblo llano, teníamos el espinazo metido entre las costillas y bostezábamos con un hambre internacional, los muchachos de Mahuad se enriquecían por costales y su primo, el señor Mora, demostraba la eficacia de la canción patriótica, el civismo cultural y convertía los manuales de cómo hacerse rico de la noche a la mañana en triquiñuelas de infantes o recetas para nostálgicos. De hecho no pasará mucho tiempo cuando en los manuales de educación que obsequia Correa a los muchachos, pondrán esta historia como ejemplo del emprendedor cultural, el hombre de éxito en la alegre tómbola del capitalismo.

    Por otro lado, como se sabe, el régimen de Correa ha despotricado – y despotrica aún- contra las ONG’S, las fundaciones y les amenaza con eliminarlas. Para empezar la justicia desde casa: ¿por qué Correa no ordena que se investigue a la fundación del señor Mora, llamada Fundación Mora-Reyes? A Pueblo Nuevo, y por qué no también a la millonaria Fundación Teatro Sucre, aunque esté gobernada ahora por fundamentalistas cristianos como el señor Jorge Enrique Adoum, y el pastor Julio Bueno? Sería bueno que este pastor predique y santifique al señor Galo Mora con el fin de librarlo de este…menjurge amargo, de estos espíritus del mal… Pero esto es soñar despiertos: así el régimen lo investigue, todo quedará legal y bajo derecho. No sé si los artistas e intelectuales que se han tragado silenciosamente este bodrio por el espacio de una década, puedan conformar una comisión independiente para este incómodo menester.

    Entiendo que sigue siendo necesario investigar todos los rubros de esta fabulosa donación: ¿existen las 12 salas de ensayo y existe el Instituto Superior de Arte de la Casa, a los cuales supuestamente se dio 60 millones? ¿Hay una furgoneta para transporte de artistas, para la cual se asignaron 125 millones 500.000? Sólo para poner ejemplos de tres asignaciones. Pero ¿quién puede ahora investigar? ¿El mismo Galo Mora como Ministro de Cultura? Si antes él mismo se hizo donar millones por Marco Flores usando de Celestina a la Casa de la Cultura, ahora ¿él mismo puede presidir una comisión investigadora para juzgarse a sí mismo, su grupo y fundaciones usando como intermediario al régimen de Correa? Es algo que no es imposible de suceder. Como se sabe, el cinismo actual es superlativo y la corrupción se combate con más corrupción pero a nombre de la izquierda, del socialismo siglo XXI. Y todavía algunitos no creen que ser de izquierda y emprendedor cultural, es tener a mano la gallina de los huevos de oro…

    Lo repugnante y real es que ahora los trabajadores de la cultura estamos representados por tal catadura de Ministro. Que lo sea de Correa y su régimen no me espanta, porque a lo mejor hasta se lo merece. Pero yo, como escritor, como poeta y como político marxista, se me hace imposible y revulsivo tragar ese vómito. Pero a la vez digo: mientras exista y sobreviva el cadáver del capitalismo, habrá el repugnante espectáculo de los sicofantes, logreros y mercachifles gobernándonos y adueñándose de todos los espacios, incluido el artístico y cultural. Seguirán los trepadores diciendo que son de izquierda para desprestigiar al socialismo real , así como los medios de difusión capitalistas llaman- con sorna- marxistas a grupos como las FARC o ELN.

    Ante tal pestilente pantano solo la onda refrescante y fuerte de la necesaria revolución socialista barrerá hasta los últimos vestigios. Por lo demás, en verdad en verdad os digo, no hace falta ningún Ministerio de la Cultura.
    Por Fabián Núñez Baquero[1]

    [1] Escritor de varios libros, ex director de Prensa Obrera, actual director de la revista Revolución Mundial

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  7. Para quien lo comparta.

    Es muy triste constatar que desde hace muchas décadas, la corrupción se ha institucionalizado y enquistado en lo más profundo de las entrañas de nuestro pobre país.
    Muchos no podemos hacer mas que presenciar maniatados el desangre y fallecimiento de todo lo que un día fue una efímera esperanza por un futuro mejor.
    Lo que ahora sucede con el Conservatorio Nacional de Música de Quito, como lo que ha sucedido con el entonces “Teatro Nacional Sucre” no es más que un ejemplo bochornoso de nuestra sociedad, de nuestro país.
    Una entidad que debería constituir pieza fundamental en el arte y la cultura de nuestro pueblo, ha sido olvidada y recluida por gobiernos y gobiernos, recluida en la desidia de la ignorancia y lo que es peor, en la desidia premeditada ante los intereses económicos.
    El arte no es un negocio, al menos para quienes lo llevamos en las venas. Difícilmente podrán comprender los políticos de los gobiernos, atrincherados en una absurda administración burocrática que asfixia al país, cuales son nuestras necesidades. Ni las nuestras, ni las de otros.
    Cómo permite el gobierno, las instituciones democráticas ecuatorianas y nuestra sociedad, el atropello del cual a sido objeto el Conservatorio de Quito.
    Cómo es posible que en el siglo XXI se permita que una sola persona quiera monopolizar el manejo de las instituciones musicales a su antojo y de una manera tan arbitraria, antidemocrática y por añadidura, absolutamente fuera de todo lo que tiene que ver con el arte y la ética humana, y esto, ante la mirada impávida o con la complicidad de las autoridades del gobierno.
    Benjamín Carrión decía: “Si no podemos ser una potencia política ni económica, seamos una potencia cultural” que lejos estamos de este sueño tan hermoso de este gran hombre de nuestra cultura…
    Compatriotas, amigos artistas y músicos ¿es esté el futuro que queremos para las futuras generaciones y para nuestro país? ¡Es nuestro deber de ecuatorianos si esta en nuestras manos, hacer algo para que las cosas cambien y no continúen como están!
    Un músico.

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  8. PSICOPATOLOGÍA DEL PODER
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    El poder dar órdenes a otro nace de un complejo psicológico de inferioridad y una profunda decadencia de los instintos. El hecho de que alguien se sienta con derecho a “mandar” por una supuesta e imaginativa jerarquía de poder, rango militar o clase social es un síntoma de degradación social y una deshumanización absoluta, ya que anula la natural individualidad y libertad de elegir por uno mismo. Cada ser humano nace en el mismo rango y en el mismo estatus, nadie se encuentra por encima de nadie sea por religión, raza, clase social, rango político militar o monárquico “divino”. Nadie tiene “derecho” de dar órdenes a nadie, y nadie tiene “derecho” de obedecer.

    Cuando de la nada se inventó la enfermedad del poder jerárquico y su Estado, empezaron a aparecer “reyes” que engañando y engañados decían ser “elegidos por dios” para gobernar y dominar al resto de humanos. Desde las primeras civilizaciones aquellos que gobernaban siempre se llamaban a sí mismos “reyes o señores con una misión divina”. El moderno modelo piramidal nace de una verticalidad patriarcal monoteísta y egocéntrica en donde el poder es mantenido por aquel que da órdenes. Esta retrógrada creencia política, nacida de un misticismo monoteísta decadente, hizo que unos cuantos humanos se sientan “superiores” y otros “inferiores”. Se organizó a la sociedad humana con un modelo jerárquico y piramidal, en donde hay unos pocos humanos egocéntricos y machistas ("falocracia") que se encuentran dando órdenes a una inmensa mayoría de esclavizados a voluntad. Desde un principio, el orden jerárquico fue un instinto enfermo de dominación y poder que demostraba un profundo complejo de inferioridad y una vil codicia y ambición, para que una minoría disfrute de todas las riquezas, mientras que la mayoría se convertía así en servidumbre y esclavos feudos de la minoría. Los “reyes” se consideran por la sangre “elegidos” por sus dioses para gobernar, por eso mantienen la herencia y la tradición familiar para seguir en su dominación. Actualmente los reyes de Arabia Saudita, de España, de Holanda o de Inglaterra, son descendientes de un árbol genealógico por el cual se sienten con la “sangre elegida” para estar por encima de cualquier otro ser humano. ¿Qué tienen de especial? Es la enfermedad del PODER, es el profundo complejo de inferioridad que se manifiesta con un supuesto derecho divino de “ser superior” para mandar y dar órdenes.

    Porque, en verdad, no deberían existir ni reyes, ni presidentes, ni senadores, ni jueces, ni militares, ni policías, ni sacerdotes, ni maestros, ni padres autoritarios, ni nadie que te diga que hacer o como llevar tu vida. Toda forma de vida debe ser una elección de uno mismo y no una imposición de un poder externo. Cuando aparecieron los “reyes y señores” también nacieron los esclavos, cuando los humanos empezaron a sentirse “superiores” a otros humanos, nació la esclavitud y por consiguiente la aniquilación de la libertad humana. Por eso el poder es una enfermedad y una peste, porque anula la libertad, anula la libre determinación de la vida de cada cual, anula el hecho de ser uno mismo el dueño de sus decisiones, pues siempre que alguien “mande”, está manipulando por poder y dominación, quiere quitar la libertad, quiere enfermar e infectar de esclavitud. Los que se sienten superiores para “mandar” piensan que son “libres” al dar órdenes, sin embargo, esto solo demuestra que es el complejo de inferioridad el que “manda” en sus instintos. Nadie es superior a nadie, ¿Cómo piensan que vamos a “obedecer” a aquellos enfermos mentales que ostentan el poder? El humano es débil y por miedo “obedece” y se deja manipular para encontrar un sentido a la existencia. Pero aquel que trasciende lo humano sabe que la obediencia es un instinto de decadencia y muerte, de anulación de la voluntad de ser uno mismo, sabe que dar órdenes y la obediencia se hicieron para los débiles enfermos mentales que sienten necesidad de “mandar” y “obedecer” para formar su sociedad. Mientras que los sanos y fuertes no mandan a nadie, y obedecen más que a su propia voluntad, y no necesitan el modelo piramidal para encontrar un sentido en la existencia. Los sanos y fuertes se bastan a sí mismos y saben que su “voluntad de poder” se encuentra en la creación artística de su propia vida y de su destino, en la creación de sus propios valores y de su propia forma de ser, y no en la enfermedad de la dominación política al débil, como los jefes de Estado Julio César, Nerón, Napoleón Bonaparte o Adolf Hitler, quienes eran unos enfermos mentales obsesionados con el poder mundial, querían ser amos y señores de todo el mundo, como quieren hoy en día estos masones-Illuminati del poder en los EE.UU, en Europa y en Israel. Estos enfermos por el poder muestran su profundo complejo de inferioridad en el hecho de sentirse “elegidos” por sus dioses para formar un Imperio Mundial, piensan que estos fantasmas religioso-políticos de su imaginación son los únicos y verdaderos dioses de todos los humanos. Pero sabemos que nada es verdad, y que no hay dioses ni diablos más que en la imaginación y en la necesidad cultural del ser humano por explicar y comprender su existencia. La debilidad de tener ídolos o ideologías religioso-políticas para sostener su vida es este decadente complejo de inferioridad de no bastarse a sí mismo, pues el más fuerte no necesita dios ni nada de nada para sostener su existencia, no necesita amos y no necesita esclavos. El más sano y fuerte es el dios y el diablo juntos, y no hay nadie a quien mande ni nadie a quien obedezca, ya que se da cuenta que todos los seres humanos también son el dios y el diablo juntos. Lamentablemente lo demasiado-humano ha creado estas nefastas ideologías de superioridad e inferioridad que están arruinando a la vida de este planeta. El sentirse con poder para dominar debido a creencias religiosas o socio-políticas es la esencia misma de la decadencia y la corrupción.

    Vemos hoy en día, por ejemplo, que la estructura social está a punto de colapsar y quebrarse como un castillo de naipes ya que el modelo piramidal no puede sostenerse más. Los que están en el poder son los más enfermos y corruptos, y dirigen a una sociedad de enfermos hacia el abismo. Los representantes del Estado como presidentes, ministros, diputados, militares son la esencia misma de la corrupción, son manejados como marionetas por el poder económico de los grandes empresarios multimillonarios ("banco-cracia"), pues bien lo decía Maquiavelo que “el Príncipe no puede tener ninguna moral si desea mantenerse en el poder”. Es decir que para que exista el poder del Estado y su modelo piramidal es necesario mucha inmoralidad y corrupción. La intuición de Maquiavelo es letal, ya que el mismo decía que “el fin justifica los medios” y que para gobernar no importa la sangre derramada ni la ignominia moral. Adolf Hitler fue un perfecto maquiavélico, quien decía que la política era una simple herramienta para algo mucho más mítico y épico. Hitler y Bush se sienten por igual “elegidos” por dios para formar un Nuevo Orden Internacional y no importa los medios necesarios para llegar a este fin. Esta enfermedad del poder ha causado innumerables masacres y guerras en toda la historia humana, milenios de sangre derramada para mantener en el poder a unos cuantos enfermos mentales ambiciosos que quieren un Imperio. Han sido milenios de estupidez e ignorancia y seguimos rindiendo pleitesía a “reyes” y “gobernantes”, seguimos viviendo de rodillas ante el déspota y el autoritario, seguimos como esclavos manteniendo un sistema putrefacto en donde no se respira por ningún lado una sana libertad.

    El Estado y las enfermas ideologías de las clases millonarias deben desaparecer por el bien de la humanidad, si queremos sobrevivir. Los dementes gobernantes, quienes nos están dirigiendo al abismo, están planeando una guerra mundial en las que van a usar bombas atómicas que destruirán a nuestra Madre Tierra y por ende a nuestra Vida. Parece que la historia del Estado, del poder y del modelo piramidal terminará con una catástrofe atómica sin precedentes, los gobernantes de EE.UU, de Europa, de China, de Rusia, de Japón, de Arabia Saudita son una sarta de enfermos mentales que están a punto de arrojarse bombas nucleares para exterminar a la estirpe humana. Todo en nombre del poder…

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